Día normal, pero por así decirlo otro día más perfecto. Nunca me había pasado. Era esa vez, esa única vez en la vida en la que creía y sentía a la vez que todo era perfecto.
Me decía una y otra vez que todo esto no debía ser real, que tenía que haber un error por mínimo que fuera.
Me sentía en las nubes, sentía todo... nose, no tenía palabras, era todo tan perfecto. No había defectos para tal situación.
Lo sé, la perfección no existe, ni existirá, se trata de una terminación completa, pero hay veces que cada persona ve la perfección en cosas, que nadie puede verla jamás.
Y así fue todo, tan perfecto, hasta que un día, al pasar poco tiempo se rompió la perfección. Sabía que no iba a durar tanto tiempo, que había algo que tenía que fallar, tarde o temprano, porque yo nunca tuve la suerte máxima. Y hasta aquí llegó. Llegó lo que no quería que llegara, el fallo. No sé si por parte de los dos, pero por mi, no quería que llegara.
Y esto sólo duró un par de semanas, en las cuales sólo me centraba en eso, en la perfección.
La perfección, que ya no existe.